Este
es un artículo de Santiago Niño-Becerra que aparece en su blog La Carta de la Bolsa. Considero que es muy interesante y por eso quiero
compartirlo con los lectores de elblogQueorienta.
Del
desempleo del factor trabajo se continúa hablando, pero poco, y casi
siempre desde una posición voluntarista: ‘se está en el buen
camino’. La solución está en ‘las reformas’, pero lo cierto
es que el empleo, en términos medios, cada vez es más temporal, más
a tiempo parcial y está peor pagado. Y también es cierto que cada
vez se habla menos de desempleo estructural: es lógico: ¿qué
porcentaje determina la estructura?
Hay
que recurrir a sitios no gubernamentales y a ámbitos no oficiales
para oír de otros argumentos.
Pienso
que hay aspectos del problema que son tan terribles que muchos de los
investigadores que los abordan los evitan. En el fondo la cosa es muy
simple: cada vez se precisan menos unidades de factor trabajo para
generar una unidad de PIB. Con las unidades de PIB no hay demasiados
problemas en que se asuma que ‘una unidad de PIB’ sea, por
ejemplo, un dólar; el problema se halla en decidir qué es ‘una
unidad de factor trabajo’.
Una
unidad de factor trabajo no es una persona, ni una jornada de
trabajo, una unidad de factor trabajo es algo mucho menor. Por
ejemplo y para resumir, y admitiendo que puede ser menor, una unidad
de factor trabajo es hoy una hora efectivamente trabajada.
Es
decir, para generar un dólar de PIB cada vez son precisas menos
fracciones de hora efectivamente trabajadas. ¿Por qué?, pues porque
a) los avances tecnológicos permiten sustituir trabajo por capital,
y b) porque tales avances tecnológicos posibilitan las mejoras
organizativas que redundan en una menor demanda de trabajo. Esto está
siendo así desde principios de la década de 1980, y así va a
seguir, cada vez más, a no ser que se produzca un cataclismo no
previsible que haga retroceder a la humanidad al siglo X.
Los
avances tecnológicos no son malos, al revés: hoy posibilitan
millones de cosas imposibles hace una década, el problema es que, en
una atmósfera de recursos escasos, 1) la evolución demográfica no
ha ido pareja a la de tales avances ahorradores de factor trabajo, y
2) la capacidad de asunción mental de tales avances por parte de la
población siempre ha ido por detrás de la evolución de la
tecnología.
Ya:
la teoría de que unos empleos desaparecen y otros aparecen, es
decir, que nuevos empleos sustituyen a los que se van. El tema está
dónde se crean esos nuevos empleos y de qué tipo son. A la vez,
esos nuevos empleos se crearán si y sólo si existe demanda,
interior o exterior, de los bienes y servicios que produzcan las
empresas que puedan contratar a ese factor trabajo desplazado.
Es
decir, lo habitual cuando una fábrica cierra o reduce personal es
que, si existe renta disponible o capacidad de endeudamiento en esa
zona o en otras, los trabajadores eliminados se ocupen en el sector
servicios (pienso sobre todo en USA) o en el sector industrial en
tareas a tiempo parcial o en empleos temporales, o emigren. Pero
siempre con una remuneración menor de la que tenían y, en numerosas
ocasiones, subempleados.
Dos
datos demoledores en contra de la visión de que unos empleos
sustituyen a otros: 1) en USA, el país de las oportunidades, la
tendencia de los salarios reales desde 1980 es decreciente, y 2) hoy,
en USA, el desempleo de larga duración supera el 45% de la población
desocupada.
Hay
quienes apuntan al reparto del tiempo de trabajo y del salario como
solución al desempleo estructural presente y futuro. El problema es
que con el reparto del tiempo de trabajo la productividad decrece, lo
que va en contra de la tendencia: mejoras de productividad para
reducir los consumos de recursos (lo de ‘bajar costes’ es una
consecuencia), unos recursos que, salvo el trabajo, son escasos.
Por
otra parte, reducciones de salario llevarían al empobrecimiento de
amplias capas ya subremuneradas, y como el acceso al crédito sería
imposible, por mucho que bajasen los precios debido al aumento de
productividad, el nivel de consumo sería inferior al de producción,
en el país y en todos los países, por lo que se volvería al punto
de partida.
Insisto:
los avances tecnológicos son buenos, positivos, y consustanciales
con la naturaleza humana de buscar siempre el más, el problema es
que la velocidad con que hoy se producen y sus impactos superan con
mucho y en todos los aspectos, la capacidad de absorción por parte
de la población. En el siglo XVII toda la ciencia del planeta cabía
en un libro de 200 Págs. Hoy …
Venden
la idea (quienes venden esas ideas) de que con reformas, ajustes y
redefiniciones es posible que aumente la demanda de trabajo y volver
a la situación existente en el 2006. Pienso que no es cierto. La
demanda de horas de trabajo tiende a menos porque cada vez más
operaciones para las que hoy se precisa trabajo serán llevadas a
cabo por tecnología, y que haya demanda de perfiles megaespacíficos
y megacualificados es anecdótico. Y como consecuencia de ello la
remuneración de ese factor cuya demanda tiende a menos también
tiende a menos porque la oferta de trabajo, en principio, no es
imaginable que decrezca.
Cuando
a partir de mediados del siglo XIX empezó a ser evidente que no
existía en Europa demanda de trabajo para la oferta de trabajo
existente (incluso considerando las guerras como una forma de
trabajo), la población emigró: 50 millones de europeos se fueron a
América, fundamentalmente a USA, entre 1860 y 1913. Pero atención:
pudieron irse por dos motivos: 1) en USA casi todo estaba por hacer,
y 2) entonces y en USA, para generar PIB eran precisas muchas horas
de trabajo: si, mágicamente, una mañana de Febrero de 1880 hubieran
aparecido sobre los campos de USA diez millones de tractores, hubiese
sido necesaria mucha menos emigración de la que entonces allí fue.
¿Solución
al aceleradamente creciente desempleo estructural que está
llegando?. Pienso que no existe. A larguísimo plazo puede pensarse
en un control demográfico, pero el problema no se presenta para el
año 2500, sino para mañana. Qué ironía, ¿verdad?. Algo
intrínsecamente bueno, como la tecnología y las mejoras
organizativas que conlleva, se convierte en algo perverso para la
inmensa mayoría debido a como es la naturaleza humana.
¿El
45%? Rifkin estimó que en algún momento del siglo XXI llegaría al
90%. Pienso que es acertado, y pienso que debería ir pensándose en
ello y olvidándose de soflamas políticas que nada resuelven.
Y
no, Sr. Presidente del Gobierno de España, rebajando las
cotizaciones sociales no se crea demanda de trabajo.
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